TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN, ¿LA NUEVA EDUCACIÓN?
Por Lourdes Lavaniegos
En el trayecto de la humanidad, cada generación de adultos se ha dedicado a entregar a sus hijos su cultura; a su vez, cada generación de jóvenes ha realizado su propia síntesis quedándose con lo que consideraba valioso y dejando en el olvido lo que le parecía inútil u obsoleto.
El quehacer del maestro sufría muy pocas transformaciones, se trataba de su voz ante un grupo de jóvenes, con algunas ayudas visuales y unas pocas intervenciones de sus pupilos.
Pero estamos en el siglo XXI y las cosas han cambiado: el maestro no puede ya conformarse con ofrecer una cátedra plana y sin chiste, y el alumno no puede quedarse con lo que la escuela le ofrece. Surge para los educadores el apasionado deseo de hacer uso de las tecnologías para educar y no pueden más que sentirse diminutos ante la vorágine de información que llega a las pantallas y ante la calidad de imagen y sonido que supera con creces sus pequeños esfuerzos.
Padres y maestros intuyen que su proyecto educativo se desmorona ante las pantallas y los audífonos.
Por otro lado tenemos a los medios de comunicación que afirman tener como función prioritaria mantener informada y divertida en la sociedad y que la mayoría de las veces rigen sus decisiones por factores económicos.
Los mass media tienen facultades para educar: son capaces de dar información, de despertar valores y de modelar habilidades, los tres aspectos que integran las competencias educativas. Tienen la posibilidad, pero no pueden decir que educan mientras no asuman como punto de partida y compromiso la “intención” de educar; si lo hicieran conformarían un elemento grandioso porque tendrían la posibilidad de estructurar programas educativos atractivos, divertidos y de amplia cobertura.
La pregunta es entonces: ¿serán los comunicadores capaces de ordenar su acción hacia metas superiores que el dinero y dedicarse a elevar el espíritu de su público, o seguirán pretendiendo que educar no es de su incumbencia?
En su respuesta nos jugamos el futuro del país, porque sólo un pueblo educado es capaz de construir prosperidad y el sistema educativo no dará mucho más de sí de lo que ya ha mostrado.
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