La democratización de los medios de comunicación
Por Enrique López Rivera
En torno de los medios de comunicación se puede hablar de muchos temas y de diversas maneras. Lo mediático introduce al mundo de los escándalos, por igual de personajes políticos o artísticos, al ventilamiento de la corrupción, a la trivialización de los mensajes políticos y al engrandecimiento de lo frívolo. En suma, lo mediático conduce a un mundo temáticamente expansivo.
Sin embargo, dentro de este universo resulta particularmente importante subrayar el papel de los medios en las campañas electorales. Más ahora que los tiempos electorales se expanden al universo de la política sin patrones definidos. Esto es, los políticos usan y abusan de los medios como si todo el tiempo estuvieran inmersos en una contienda electoral. Por ello, no sólo es necesario definir con mayor claridad la posibilidad de que los políticos se publiciten en los medios, sino que es indispensable, contrarrestar el poder de los medios en la política.
En los próximos meses más de una docena de estados elegirán gobernador. En aquellos sitios se podrá poner a prueba la frágil relación entre los medios y el poder político. Todo ello vendrá a validar o a cuestionar nuevamente el nivel de independencia o dependencia que tienen los medios al interior del país.
Todo parece indicar que en algunos estados como Oaxaca, Hidalgo, Puebla y Veracruz por citar algunos; el anhelado escenario de mayor democracia en los medios es sólo un espejismo incapaz de ser transformado por los regímenes locales más cercanos al autoritarismo que a la democracia.
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NARCISISTAMENTE FACEBOOK
Alicia tiene un perfil de facebook desde hace casi 9 meses. Dicho perfil es la manera más sencilla que tiene de comunicarse con su familia, pues tiene parientes repartidos en Querétaro, Pachuca, el Estado de México, Cancún, Toronto y hasta Holanda. De vez en cuando sube fotos, recibe saludos e incluso le ha pedido más de un consejo a la galletita de la fortuna. Lo interesante es que Alicia todavía no sabe ni hablar: nació en enero de este año y evidentemente no tiene ni idea de lo que es una computadora. Su perfil fue creado por su papá poco después de que ella nació, ante la constante demanda de tíos y primos exigiendo fotos y videos del nuevo miembro de la familia.
Las redes sociales como facebook son algo sin precedente en estos tiempos que Marc Augé llama hipermodernos, caracterizados, según él, por un cambio en nuestra concepción del tiempo, el exceso de espacio y, más importante: el exceso de ego. El tiempo es ahora medido por las diferencias, por el contraste de lo que somos contra lo que fuimos (pero ya no somos más) y el avance de la historia, el cual se percibe cada vez más acelerado, dado que lo nuevo se convierte rápidamente en obsoleto. El exceso de espacio es equivalente al encogimiento del planeta: las distancias son cada vez más cortas y las opciones de viaje cada vez más vastas. Y, en cuanto al exceso de ego, Augé lo ejemplifica mencionando que cada quien vive la religión a su propio estilo y elige los valores que más le acomoden a su propio universo moral; todos expresan su opinión (por vana que sea) y ésta se encuentra siempre basada en la experiencia personal.
Unos cuantos años antes que Augé, Gilles Lipovetsky también hablaba del exceso de ego, refiriéndose a él como un regreso al narcisismo: ese culto a sí mismo, ese amor excesivo a lo hecho por uno. Lipovetsky critica nuestra actual obsesión por la información y la expresión, en una era donde “todos podemos ser el locutor y ser oídos”. Y hay que reconocer que, antes del Internet, los blogs y las redes sociales, no habíamos tenido medios que se pudieran considerar realmente democráticos. Nunca antes el emisor había tenido un contacto tan directo y simultáneo con su receptor, y lo que es mejor: la relación emisor-receptor ahora sí se da entre iguales, no existe ya un ente sabelotodo que divulga la verdad ante una comunidad de neófitos: lo sabemos todo entre todos, como pregonaría la wikipedia.
Lo atroz es que todas estas bondades de medios tan democráticos como los blogs o facebook caen por tierra cuando nos damos cuenta de que nadie está tan interesado en ninguna de esas opiniones, notas, fotos o videos como el dueño del perfil, es decir, el propio emisor. Estos medios caen en esa “comunicación sin objetivo ni público, el emisor convertido en el principal receptor […] el derecho y el placer narcisista a expresarse para nada, para sí mismo”, un comunicar por comunicar, por el simple hecho de poder hacerlo, con mensajes sin fundamento, vacíos, anónimos y plenamente subjetivos para ocupar nuestro tiempo libre. Citando de nuevo a Lipovetsky: “cuanto mayores son los medios de expresión, menos cosas se tiene por decir”.
Nada separa a facebook de una plática en un café viendo un álbum de fotos, y la realidad es que ese tipo de red social fue creado justamente para eso: para compartir información medianamente privada y mantenerse contacto con familiares y amigos. Simplemente habría que tomar en cuenta que sus posibilidades son mucho más amplias que sólo eso.
Referencias:
Augé, Marc. Non-places. Introduction to an antrhopology of supermodernity. Ed. Verso. 1995.
Lipovetsky, Gilles. La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo. Ed. Anagrama. 1986.
Me parecieron muy interesantes las ideas manejadas por Leo, coincido en que las nuevas tecnologías son más que un medio de información, es un canal de expresión, en el cual el más interesado es el emisor; el gran reto es persuadir el interés y la participación del receptor a través de un mensaje breve e inteligible, vínculado con sus prioridades y necesidades. Otra bondad que nos dan estas redes sociales tecnológicas es poder equiparar el lenguaje escrito y el lenguaje oral, ya que atributos de ambos códigos se comparten, tales como el tiempo y espacio. Felicidades por conseguir este tipo de aportaciones de expertos en la comunicación.
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